Me acuerdo como si fuera ayer. En febrero de 2010, mi pareja y yo llevábamos poco tiempo juntos, pero disfrutábamos mucho de la compañía del otro así que decimos darnos un capricho y pasar unos románticos días en París. Normalmente en nuestros viajes visitamos diferentes tipos de exposiciones: museos naturales, jardines botánicos e incluso museos de aviación. Pero, la verdad, reconozco que solemos ignorar bastante a los museos de arte. Sin embargo, estuvimos de acuerdo en que el Louvre era una parada obligada así que visitamos la parte correspondiente a las culturas egipcia y romana que era la que más nos atraía.

El tamaño del Louvre hace imposible poder recorrerlo por completo en una única visita así que decidimos que solamente iríamos a la parte de la exposición pictórica para poder ver la tan famosa La Mona Lisa. Y así lo hicimos. El cuadro, también conocido por el nombre de La Giaconda, es una de las obras artísticas más famosa de todos los tiempos. Este óleo pintado por Leonardo da Vinci entre 1503 y 1519 mide 77 x 53 cm. Recuerdo muy bien lo pequeñísimo que me pareció, puede que en parte también fuera por estar expuesto solo en una pared de un tamaño colosal. Estaba protegido por una estructura transparente de seguridad y a su alrededor una cantidad ingente de turistas agolpados con la intención de sacar la mejor foto posible, lo que me produjo una sensación de inquietud por el número de personas que había en un espacio reducido.
Cuando entre los diferentes grupos de visitantes hubo un hueco nos acercamos a admirar el famoso cuadro que según habíamos leído es el ejemplo más logrado de una técnica muy usada por Leonardo da Vinci, el sfumato. Esta técnica, se basa en prescindir de contornos netos y precisos, y envolverlo todo en una especie de niebla que difumina los perfiles. Así, se consigue que la figura adquiera una sensación tridimensional y que el observador se sumerja por completo en la atmósfera de la obra.
Al observar el cuadro se ve a una dama sentada en un sillón con los brazos apoyados en el asiento, una pose, que a mi parecer, da una sensación como de relajación o incluso agotamiento. En cuanto a su rostro me parece difícil de descifrar. Me da la impresión de que pareciera que intenta sonreírle al mundo, aunque estuviera rota por dentro. Además, el hecho de que el paisaje que se ve muestra un ambiente húmedo y sombrío favorece esa sensación mezcla de tristeza y nostalgia que me trasmite esta pintura.
En mi opinión creo que parte del encanto de esta obra, a parte por supuesto de su belleza y de la técnica pictórica utilizada, se debe a los ciertos secretos que aún guarda a día de hoy. Como la misteriosa mirada de la dama del cuadro que te observa fijamente y te sigue a pesar de que te muevas por la sala. Además, aunque los datos parecen indicar que La Mona Lisa es un retrato de Lisa Gherardini, la esposa de Francesco del Giacondo, no se sabe con certeza absoluta.

Otra de mis experiencias relacionadas con el arte que recuerdo bien tuvo lugar en 2019. En esta ocasión, pude hacer una pequeña escapada y reunirme con algunas de mis compañeras de FameLab para acudir a uno de los mayores eventos de divulgación científica en España, Naukas Bilbao. Aprovechando que el día de mi llegada teníamos la tarde libre aprovechamos para dar un paseo llegando, por pura casualidad, hasta el Museo Guggenheim de Bilbao.
Allí nos encontramos con esta escultura de Louise Bourgeois llamada Mamá, que es una araña gigante de 10 metros de altura y 10 de diámetro realizada con 22 toneladas de bronce, acero inoxidable y mármol. Sin duda, es mucho menos conocida que La Mona Lisa, pero estando a sus pies y conociendo el contexto de la obra a mí me parece incluso más espectacular.
Al igual que esta araña, las otras obras de la artista suele ser muy personales haciendo referencia a la dolorosa infancia por la que pasó por tener un padre infiel que los menospreciaba y una madre cariñosa pero cómplice de la situación. Sin embargo, al representar en sus obras temas profundos y dolorosos de la naturaleza humana (como la parte oscura de las personas) estas también tienen un carácter universal.
La colección de arañas hechas por Bourgeois son un sentido homenaje a su madre, cuya muerte cuando Louis tenía 21 años la impulsó a dejar su carrera en matemáticas para convertirse en artista. Su madre era tejedora así que al representarla como una araña intenta hacer un manifiesto de la duplicidad fortaleza-fragilidad de la maternidad que tanto puede ofrecer protección como ser peligrosa para sus crías. Y es que la seda producida por las arañas sirve tanto para fabricar el capullo como para cazar a sus presas. Así, nos transmite el hecho de que maternidad puede ser frágil y fuerte al mismo tiempo, debido no solo los complejos sentimientos complicados que experimenta la madre hacia sus hijos e hijas a lo largo de su vida sino también porque sabe que la protección que les ofrece sus crías la terminará debilitando para defenderse en la vida. El hecho de no solo mostrar la peligrosidad de la araña sino también transmitir su delicadeza a pesar de su gigantesco tamaño me crea sentimientos confusos. Estos van desde la admiración por la grandeza y la fortaleza que a menudo muestran las madres hasta la tristeza por saber que en algún momento u otro tendrán que poner el beneficio de sus crías antes del suyo propio, con las consecuencias que eso puede acarrear.
El usar la araña transmite muchos sentimientos ya que es un ser vivo de aspecto terrorífico sí, pero a la vez es paciente, delicada y práctica. La gigantesca escultura que es sostenida por unas ligeras patas que parecen arcos góticos y funcionan como una jaula produce miedo y respeto. Sin embargo, también transmite vulnerabilidad ya que si nos fijamos la araña presenta una pose de protección para la bolsa llena de huevos que se encuentra en su abdomen.
Conociendo las dos obras aquí explicadas y sabiendo el contexto del artista que las ideó y las llevó a cabo me parece mucho más impactante tanto estéticamente como en relación a su capacidad de transmitir, así como más fácil de comprender la escultura de la araña Mamá en comparación con la Mona Lisa.
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