Siempre me ha impresionado la cultura y el conocimiento alcanzado en la antigüedad clásica. En esta época se produjo una gran cantidad de conocimiento, el establecimiento de nuevas prácticas científicas y aparecieron nuevas escuelas de pensamiento, entre las que destacan la Academia de Platón y el Liceo de Aristóteles. El desarrollo de la ciencia y la cultura griega se produjo especialmente a partir del siglo IV a.C. sobre todo en las ciudades de Atenas y Alejandría y en menor medida en otras metrópolis como Pérgamo y Siracusa. Así, Grecia se convirtió en un elemento de referencia en cuanto al conocimiento filosófico, matemático, astronómico, médico, mecánico y geográfico.

La extensa red marítima existente en el Mediterráneo no solo facilitaba el comercio de diferentes tipos de mercancías, sino que también permitió la difusión de los conocimientos y adelantos de los filósofos y estudiosos griegos. Sin embargo, una gran parte de este conocimiento heleno (aunque también el romano) que ha llegado hasta nosotros lo ha hecho de una forma indirecta a través de la cultura islámica. Asimismo, en este sentido, Bizancio y sus habitantes también sirvieron de conexión entre la ciencia griega clásica y la islámica, en parte gracias a su tendencia de producir versiones simplificadas y enciclopédicas de obras griegas anteriores.
A pesar del hecho de que pudiese parecer que la ciencia islámica pudiera haberse limitado simplemente a copiar y traducir al árabe aquellas obras clásicas que consideraron más interesantes y/o útiles, en realidad, este proceso de circulación y de transferencia de conocimiento es mucho más complejo y contradictorio de lo que pudiera parecer en un primer momento.
El desarrollo de este proceso de helenización de la ciencia islámica se vio propiciado por la rápida expansión del Islam, cuyas necesidades de gobierno impulsaron a promover una política de formación para la cual eran muy convenientes los conocimientos antiguos. Por esta razón, entre los siglos VIII y X se produjo el conocido como “movimiento de traducción greco-árabe” que consistió en un esfuerzo sostenido, bien financiado y de grandes proporciones responsable de la traducción de volumen significativo de textos seculares griegos al árabe. Aunque se centró en la traducción de textos griegos también se transcribieron obras de otros idiomas como el pahlavi, el sánscrito o el asirio. Esta preferencia por la traducción de los escritos griegos se produjo porque la medicina y la astronomía eran dos de las disciplinas que más llamaban la atención en la ciencia islámica. Para esta traducción masiva no solo se fomentó la búsqueda de estos libros clásicos para su incorporación a la gran biblioteca que se estaba elaborando, sino que también se exigían como indemnización de guerra a los enemigos derrotados.
Numerosos son los conocimientos y tecnologías que hemos heredado de la Grecia clásica a través del mundo islámico. Un ejemplo, es el astrolabio que es un instrumento de forma circular con una anilla en su parte superior usado por navegantes, astrónomos y científicos para, principalmente, localizar astros y observar su movimiento. Para ello, el astrolabio representa de forma bidimensional el astro cuyo movimiento de rotación diario es capaz de reproducir manualmente. Su diámetro suele ser de unos 25 centímetros, aunque hay astrolabios muy pequeños (de unos 8 centímetros de diámetro) y otros enormes (de más de un metro de diámetro). Todos los astrolabios que se conservan están formados por latón, que es una aleación de zinc y de cobre, aunque algunos de ellos además también presentan pequeñas incrustaciones en plata. En cuanto al uso del astrolabio, aunque está relacionado principalmente con la astronomía y las matemáticas, su posterior sofisticación hizo que se pudiera utilizar en otras muchas aplicaciones como la mediad de alturas y profundidades y el cálculo del tiempo. La gran mejora en su fiabilidad y precisión se debe a la destreza en la técnica del grabado sobre metal de los maestros islámicos, así como la minuciosidad y el detallismo con los que suelen trabajar estos artesanos.
Aunque los orígenes del astrolabio se remontan al siglo III a.C. en Grecia, fue dentro del desarrollo de la ciencia de Al-Andalus donde se materializó la perfección de la fabricación de este tipo de instrumentos científicos. Así fue la España musulmana, principalmente durante el siglo XI, la pionera en el desarrollo del astrolabio que despertó mucho interés entre las élites políticas y religiosas de la época. La importancia del astrolabio fue tal, que en los siglos posteriores saber usarlo correctamente, solía estar relacionado con el hecho de haber tenido una buena educación.
Referencias:
Astrolabios en al-Andalus: una historia de éxito
El astrolabio: qué es y cómo funciona
Historia de la ciencia: el Islam y la civilización musulmana
Un comentario sobre “El astrolabio: una herencia de la Grecia clásica recibida a través de la ciencia islámica”