La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia que aparece en personas preseniles (50-60 años). Este tipo de enfermedad neurodegenerativa consiste en un deterioro cognitivo y en una alteración de la conducta. Su forma más típica se caracteriza por la pérdida de la memoria inmediata (y de otras capacidades mentales) que se debe a la muerte de neuronas y a la consecuente atrofia de diferentes partes del cerebro.

Una parte muy importante para el estudio de la neurociencia es la microscopia que es el conjunto de técnicas y métodos que hacen posible el estudio de objetos que por su tamaño están fuera del rango de visión del ojo humano. Para poder obtener buenas imágenes a menudo las muestras necesitan de un esfuerzo mayor de lo que pudiera parecer: preparación de la muestra, registro de imágenes, procesamiento e interpretación.

Debido a que los ratones tienen un genoma casi idéntico al nuestro, se suelen usar para el estudio tanto de factores genéticos como factores ambientales que pueden desencadenar la aparición de la enfermedad de Alzheimer. Los experimentos con ratones (y las imágenes que aportan) permiten probar las mejores terapias, antes de hacer ensayos en humanos, para poder dar con un tratamiento para esta enfermedad neurodegenerativa. En la imagen se puede ver como entre las células nerviosas (en verde) y los vasos sanguíneos (en rojo) del modelo de ratón aparecen importantes acumulaciones de las placas de la proteína beta-amiloide (en azul), que se sitúan entre las neuronas interfiriendo en su función.

Células nerviosas (en verde), vasos sanguíneos (en rojo) y placas de proteína beta-amiloide (azul) en modelo de ratón.Imagen de Alvin Gogineni, Genentech – CC BY-NC 2.0

En el modelo de ratón utilizado para el estudio de la enfermedad de Alzheimer se puede observar como las placas de la proteína beta-amiloide (en rojo) se acumulan entre las neuronas (en verde) en zonas del cerebro relacionadas con la memoria. Con este tipo de imágenes, las investigaciones financiadas por el «National Center for Advancing Translational Sciences» han permitido encontrar que el compuesto saracatinib (AZD0530) de la empresa biofarmacéutica AstraZeneca se podría utilizar para el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer, aunque originalmente estaba destinado para el tratamiento oncológico,

Células nerviosas (verde) y placas de proteína beta-amiloide (rojo) en ratón. Imagen de National Institutes of Health (NIH) Strittmatter Laboratory, Yale University – CC BY-NC 2.0

Como ya hemos comentado en los cerebros afectados por la enfermedad de Alzheimer hay una cantidad anormal de cúmulos de proteínas tipo beta-amiloide que forman placas (marrones en la represencatión). Pero, además, la proteína tau también se acumula de forma anormal enredándose con las neuronas (azul en la imagen) y afectando a la comunicación nerviosa.

Placas de proteína beta-amiloide (marrón) y acumulaciones de proteína tau (azul). Representación de National Institutes of Health (NIH)CC BY-NC 2.0

Las evidencias actuales sugieren que la enfermedad de Alzheimer está relacionada con cambios cerebrales provocados tanto por la acumulación de la proteína tau y como de la proteína beta-amiloide pero aun falta mucho por saber. De hecho, en los últimos años se ha visto que parece que hay algún tipo de relación entre la enfermedad de Alzheimer y Porphyromonas gingivalis, una bacteria oral típicamente asociada a la enfermedad periodontal (gingivitis y periodontititis). Sin embargo, como os digo, aun falta mucho por saber.

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