Solemos pensar en la tecnología como algo neutral, en el que somos nosotros con el uso que le demos si es algo bueno o malo. Sin embargo, en algunas ocasiones existen ciertas innovaciones que han sido diseñadas y construidas para producir ciertas consecuencias más allá de sus usos corrientes. Es decir, a veces las tecnologías se desarrollan con para alcanzar unos propósitos distintos a los de sus usos inmediatos. Y es que el cambio tecnológico puede producirse por una gran cantidad de diferentes motivos, entre los cuales el deseo humano de dominar sobre los demás es bastante común.

Algunas tecnologías tienen un carácter político y moral inscrito en su diseño, independientemente de su uso o aplicación, ya que pueden encarnar ciertas formas de poder y autoridad específicas. Algunas tecnologías son inherentemente políticas y elegirlas es escoger una determinada forma de vida política. Una tecnología “solucionadora” pueden estar generando las condiciones para provocar problemas más graves en el futuro.
Los sistemas de geolocalización (GPS, Global Positioning System) han revolucionado múltiples ámbitos de nuestra vida cotidiana. Desde que los tenemos en los teléfonos móviles es imposible perderse y nos permiten saber el tráfico en tiempo real. Sin embargo, también pueden usarse para hacer seguimientos y persecuciones, limitando la privacidad. La capacidad de localizar a una persona y a sus contactos se utilizó en contra de los Verdes en Alemania y el movimiento feminista en Gran Bretaña.
En mi opinión, al ser una tecnología tan cómoda y práctica hubiera sido muy difícil no haberla adaptado a nuestro día a día. Esto hace que, a menos que salga una tecnología que la deja obsoleta, no nos vayamos a desconectar de ella.
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