
Johann Wolfgang von Goethe fue un poeta, novelista y dramaturgo alemán fundamental del Romanticismo. Además, también fue un naturalista, que era como se llamaba a los científicos, que dedicó su tiempo a múltiples campos científicos y técnicos (lo cual era muy común en la época) mostrando especial interés en la anatomía, la botánica, la geología, la óptica y la ciencia del color. El primer trabajo científico que realizó fue un ensayo ilustrado sobre la anatomía comparada de mamíferos para comprobar la existencia del hueso intermaxilar en los seres humanos, aunque no llegó a publicarlo. Lo que si llegaría a publicar, con mayor o menor éxito, fueron diversos trabajos sobre botánica y óptica.
Sin embargo, lo que más llama la atención de la ciencia de Goethe era su forma de entenderla. Y es que Goethe no era un científico al uso, pero sí que era un científico. Él se oponía fuertemente a los procedimientos de las ciencias empírico-analíticas que dominaban el saber en aquellos tiempos. Goethe no entendía la forma que tenía la ciencia de aislar experimentalmente los fenómenos que se estudiaban. Él defendía que para entender el universo había que estudiar los fenómenos naturales por completo ya que los experimentos de la ciencia convencional analítica de la época pecaban de ser reduccionistas. Para poder alcanzar una comprensión completa de la naturaleza se debe de hacer una investigación cualitativa. Y para esto, el uso de la imaginación y el ingenio son esenciales ya que le permiten al científico ir más allá y, por tanto, realizar los descubrimientos más sorprendentes.
Su propuesta es basar el método científico en tres pasos: 1) la realización de observaciones exactas del fenómeno a estudiar, 2) poner orden y determinar lo que se haya descubierto durante la observación, y 3) en base de los datos obtenidos previamente, se intenta conectar las observaciones realizadas con otros fenómenos más remotos mediante la aplicación de esquemas imaginativos. Esto siempre debe de hacerse cuidadosamente para no pasar demasiado rápido a la tercera fase dejando volar demasiado la imaginación.
A su parecer los experimentos (y por lo tanto la ciencia) estaban fuertemente conectados e interrelacionados con el científico que los llevaba a cabo ya que la práctica científica siempre está unida a la experiencia personal del científico. Para que se entienda citaré un ejemplo sacado del texto de Sepper (2002) que me parece muy ilustrativo. “Un botánico que ha observado como miles de dicotiledóneas crecen bajo las circunstancias más diversas tiene un grado de comprensión sobre el desarrollo de las dicotiledóneas que no es una mera abstracción sino algo que ha experimentado, una experiencia unificada”. Además, no podemos olvidar que cada investigador es único y que, por lo tanto, cada una de las personas que nos dedicamos a la ciencia tenemos nuestras propias manías y nuestras propias costumbres que nos hacen interpretar los datos y concebir las cosas de una manera determinada.
Algo que defendía Goethe que me parece muy adelantado a su tiempo es que la ciencia debería de ser interdisciplinar para poder comprender un fenómeno en su totalidad. Por ejemplo, para poder entender como los seres vivos son como son estos deberían de estudiarse por zoólogos, por físicos, por químicos, por fisiólogos, etc.
Por todo esto, a mi parecer Goethe puede que fuera un científico con una visión muy particular de la ciencia, sobretodo en la época que le tocó vivir, pero era científico, al fin y al cabo. Y es que, aunque para hacer ciencia hace falta ser racional con los datos que se obtienen, la imaginación es mucho más importante de lo que la gente suele creer.
Referencias:
Sepper, D. 2002. Las controversias de Goethe y la formación del catacter científico. Traducido por García Martín, G.
Goethe, pensar la ciencia con el espíritu del arte
La otra cara de Goethe: ¿científico o pseudocientífico?
Wikipedia. Johann Wolfgang von Goethe