Todo el mundo conoce Google, el motor de búsqueda de contenido de Internet que surgió como idea en las habitaciones de dos estudiantes de posgrado y acabó convirtiéndose en un pez gordo tecnológico. Pero pocos saben que si existe es por obra y gracia de las matemáticas. Pero empecemos por el principio.
La historia de Google empieza en el año 1995 cuando Sergey Brin le enseña el campus de la Universidad de Stanford a Larry Page. Ambos estaban cursando un doctorado en ciencias de la computación y como parte de su proyecto de investigación desarrollaron un nuevo sistema llamado BackRub para ordenar los resultados de los buscadores utilizando enlaces para determinar la importancia de cada página en la Web. Este nombre hace referencia a los enlaces (backlinks) que un buscador podía ofrecer.

En 1997, BackRub pasó a llamarse Google en referencia al término matemático Googol (“gúgol”) que es 10 elevado a la potencia de 100. Con este nombre Brin y Page intentan expresar su idea de organizar la cantidad ingente de páginas web que hay en Internet y que este orden tenga sentido. Un año después fundaron la compañía Google Inc, que a día de hoy tiene más de 60.000 empleados, oficinas en 50 países y forma parte del conjunto de empresas Alphabet.
Pero… ¿cómo funciona Google?
Pues utilizando las matemáticas, eso que cuando estamos en el colegio nos da la impresión de que no vale para nada.
El algoritmo que usa Google es muy complicado ya que, en realidad está formado por cientos de algoritmos que hacen un montón de cosas. Pero lo que hace a Google diferente del resto de buscador es el sencillo algoritmo llamado Page-Rank. Al contrario de lo que pueda parecer el nombre de Page-Rank no viene de «ranking de página» sino que hace referencia a Larry Page.

El algoritmo Page-Rank ordena las páginas web según su relevancia. Cuanto más tráfico pueda generar una página web mayor será su importancia. Para ello, Google indexa, es decir registra y ordena datos para elaborar un índice, todas y cada una de las páginas que hay en Internet. Con esta información se construye un grafo dirigido, siendo las páginas web los nodos del grafo y los enlaces entre ellas las aristas. A partir de la información del grafo, el algoritmo le asigna a cada página una relevancia determinada. Esto se puede hacer matemáticamente de diferentes formas, una de ellas es a través de la álgebra lineal. Una vez calculada la relevancia de las páginas web estas se ordenan y se le muestran al usuario, y todo esto en menos de un segundo.
