
La natación es uno de los deportes más populares en todo el mundo. No solo es uno de los más seguidos, sino que también es de los más practicados. Todos hemos oído los grandes beneficios de este deporte y nos hemos pasado más o menos tiempo haciendo largos en una piscina, pero… ¿alguna vez os habéis parado a pensar que riesgos conlleva la natación?
Pues yo sí, que para eso me he pasado media vida en la piscina. Los nadadores “normales” entrenan normalmente entre 2 y 4 horas, mientras que los de “élite” pueden pasar más de 5-6 h dentro del agua. Además, habría que sumarle el entrenamiento de “seco” así que como consecuencia la mayor parte de los riesgos de la natación están asociados a problemas musculoesqueléticos debido a la sobrecarga. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el ambiente normal de las piscinas es húmedo y caliente (24-28ºC) lo que también favorece la aparición de enfermedades infecciosas y , por tanto, están ligadas a los nadadores.

Las enfermedades infecciosas del tracto respiratorio superior se dan más en nadadores que en otros deportistas y pueden estar causadas tanto por bacterias como por virus. Este conjunto de patologías, que incluyen rinosinusitis, faringitis, amigdalitis, laringitis y el resfriado común, pueden producirse o no de forma simultánea. La predisposición que tienen los nadadores a tener este tipo de infecciones se cree que se debe a la alta intensidad de sus entrenamientos que podría suprimir su sistema inmune. Debido a las características de los entrenamientos de los nadadores (compartir calle dentro de la piscina ocupando un espacio limitado al lado de la pared) los nadadores suelen estar muy juntos respirando fuertemente lo que facilita el contagio. Asimismo, las secreciones nasales y salivares de los deportistas pueden pasar fácilmente al agua de la piscina favoreciendo la transmisión del contagio. Además, cuando te pasas todo el día con tus compañeros en bañador no se suele ser escrupuloso y es muy normal compartir las botellas de agua.
La gran cantidad de horas que los nadadores pasan dentro del agua también afecta a los oídos de estos deportistas. Y es que es muy común que aquellos que practican natación sufran alguna vez de otitis externa porque el agua que queda en el oído después de nadar propicia el crecimiento de bacterias. De hecho, esta enfermedad (causada normalmente por bacterias como Pseudomonas aeruginosa o Staphylococcus aureus) también es conocida como “otitis de nadador”.

Los desinfectantes usados en las piscinas afectan negativamente la piel de los nadadores por lo que estos también son especialmente susceptibles a los problemas dermatológicos. Algunas de estas dermatosis son debidas a organismos infecciosos. El estado delicado de la piel facilita las infecciones bacterianas causadas por Streptococcus o S. aureus así como por infecciones por virus, como el molusco contagioso o por hongos, como el o “pie de atleta”. Otra infección cutánea bastante común es la aparición de granulomas causados por una infección atípica por Mycobacterium marinum en las extremidades superiores, especialmente en los dedos. En caso de que la higienización de la piscina no se haga adecuadamente la presencia de P. aeruginosa puede causar foliculitis, la inflamación de los folículos pilosos que se manifiesta como pequeños bultos o espinillas. La foliculitis suele verse agravada en los nadadores ya que suelen llevar bañadores húmedos y muy ajustados por largos periodos de tiempo.
Por último, los nadadores también están más expuestos al patógeno Naegleria fowleri, más conocido como la ameba “come cerebros”. Esto se debe que el agua de las piscinas está a una temperatura que propicia el crecimiento de esta ameba. Aunque esta enfermedad es muy rara, es muy peligrosa ya que causa graves daños en el sistema nerviosos central y tiene una tasa de mortalidad de entre el 95 y el 99%.
Estoy segura de que no volveréis a ver las piscinas con los mismos ojos. Para que luego digan que el deporte es salud.
Un comentario sobre “Entrenando con el enemigo”