Las enfermedades infecciosas están más de moda que nunca pero, en realidad, no son algo nuevo. Aunque siempre han sido un problema, en los últimos años no les hemos prestado la atención que merecen ya que tanto el uso de las vacunas como el de los antibióticos ha hecho que les perdamos el miedo. Se calcula que hay aproximadamente 1.500 patógenos que pueden enfermar a las personas, de los cuales una gran parte proceden de los animales. Estas enfermedades causadas por patógenos procedentes de los animales reciben el nombre de zoonosis. Se cree que la situación actual en la que vivimos (emergencia climática, problema de la resistencia a los antibióticos, y una mayor interacción con los animales) hace que cada vez sea más probable que aparezcan zoonosis.

La mayor parte de las zoonosis se transmiten a través de mordeduras y arañazos. Un ejemplo muy típico es el de la rabia. Esta es una enfermedad vírica que se transmite principalmente por perros en Asia y África y por murciélagos en América. La forma más típica es la rabia furiosa que se caracteriza porque los enfermos presentan hiperactividad, excitación, miedo al agua (hidrofobia) y en ocasiones miedo a las corrientes de aire o al aire libre (aerofobia). Sin embargo, en un 20% de los casos, se produce la rabia paralítica que suele tener una evolución más duradera en el tiempo. En este caso, los músculos del enfermo se paralizan de forma gradual desde las zonas más cercanas a la mordedura y se extiende al resto del cuerpo. El periodo de incubación de la rabia puede ser de entre una semana y un año, aunque lo normal es que sea de entre 2 y 3 meses.

Otra vía de transmisión de las zoonosis es cuando las personas consumimos productos de origen animal contaminados. Una de las más comunes y que mayor impacto económico tiene es la salmonelosis. Esta enfermedad causada por bacterias del género Salmonella consiste en infecciones intestinales y sistémicas con síntomas que pueden incluir náuseas, vómitos, calambres abdominales, diarrea, fiebre, escalofríos, dolor de cabeza y sangre en las heces. Aunque los primeros síntomas normalmente aparecen entre las primeras 8-72 horas en general la duración de la enfermedad suele durar una semana. Sin embargo, pueden pasar varios meses hasta que los intestinos vuelvan a la normalidad.